martes, 8 de enero de 2013

No se puede (o debe) renegar de tus convicciones (si quieres poder mirarte en el espejo)

En algún otro post que prefiero ni enlazar ni revisitar (no vaya ser que vea que me repito mucho, y como la verdad es que tengo ganas de transmitir estas ideas, me es un poco indiferente si caigo en la recursividad), he hablado ya de la responsabilidad que tenemos como funcionarios públicos de hacer que esta gran empresa que es la Administración Pública (General del Estado -AGE- en mi caso) responda a los criterios de eficacia y eficiencia.

En esta época que nos ha tocado vivir es cuando más afloran las contradicciones, ya que en tiempo de penurias es necesario elegir. Como se supone que hay poco que repartir, a cada paso que das estás obligado a elegir. Por lo menos en lo que a mí respecta, bombardeado de información como ahora vivimos, cada acto tiene un considerando posterior que es preciso analizar para concoer a quién beneficias o apoyas con el mismo. Por decirlo de otra forma, el entorno beligerante en qué vivimos te hacer convertirte en un militante, de uno u otro signo, las 24 horas del día y por cualquiera de las acciones que realices, ya sea coger el transporte público, ir al médico, ver la televisión, llevar los hijos al colegio o comprar en una tienda.

 En lo que respecta al trabajo diario, y dado que las administraciones públicas son profundamente jerárquicas y por tanto es muy sencillo esconder las propias responsabilidades bajo las directrices que emanan desde arriba, puede parecer que estamos a salvo de esa dicotomía militante. Y no es así. Y tal y como relata el excelente artículo de Juan Jacinto Muñoz Rengel en El País, Responsabilidad Generacional, ya no vale esconderse tras altas murallas. Ni en la vida privada, ni en la profesional. Es necesario, es imprescindible, es éticamente intolerable seguir sentado mientras a tu lado ocurren cosas.

Y en la Administración están ocurriendo cosas, mejor dicho, están dejando de ocurrir cosas. En el terreno que nos ocupa en este blog, en las TICs, vemos como pasan los días sin tomar decisiones que de tan obvias y aparentes que son, los responsables de tomar ciertas decisiones no deparan en ellas por estar tan acostumbrados a verlas que son como ese cuadro que tienes en la pared del pasillo de tu casa, comprado hace ya mucho, mucho tiempo. Lleva tanto tiempo ahí, que ni reparas en él. Y si a veces tus ojos se posan sobre él y tienes tiempo de reflexionar, aunque solo sea un segundo, no sabes si proponer quitarlo supondrá un afrenta conyugal a tu pareja, amén que habría que sustituirlo por otro, lo cual nos llevaría a un proceso que no sabríamos donde acabaría, porque uno empieza por el cuadro del pasillo y termina redecorando la casa de la sierra (si se me permite la boutade burguesa en estos tiempos de escasez)


Pues con las TICs debe pasar lo mismo. Llevamos tanto tiempo con unas TICs desorganizadas, sin dirección común, permitiendo gastos ineficientes, recurrentes, .. que debe ser que a los que tienen la obligación (y digo obligación porque los altos cargos directivos de las AAPP tienen la obligación de conseguir -o al menos intentar- que las AAPP funcionen correctamente) de solucionar el problema, ni se les pasa por la mente. Pero es evidente que es necesario realizar una revolución en las TICs. Prueba de ello es que si se hicieran públicos algunos de los datos o formas de trabajo con que la AGE acomete proyectos TICs, la opinión pública se alarmaría y nosotros, como trabajadores TICs nos sentiríamos avergonzados de haber permitido esos desmanes (pensemos en un ejemplo simple como la separación o unión de distintos Departamentos Ministeriales: copia de ficheros de red, migración de cuentas de correo, duplicidad de aplicaciones para la gestión de la nómina, ...)

Claro está, y cómo bien nos recuerda Lucia Escapa en sus sesudos y bien fundamentados artículos, que no es lo mismo ahorrar un 50% de 1.000 que un 10% de 1.000.000, y que quizá los que nos ocupamos de las TICs estamos muy obsesionados con esa reducción del 50% sobre 1.000, cuando lo relevante para la Administración es conseguir un ahorro del 10% del volumen total del gasto. Por decirlo en palabras de Lucia, lo importante es la reorganización de la AGE en su conjunto, siendo la reorganización de las TICs un parte de ella, y que además pueden ayudar a la reorganización del conjunto. Y tiene toda la razón. Pero, uno siempre acaba hablando de su libro, que le vamos a hacer. Si además hablase de lo que no conoce, estaría en la famosa Comisión para la  Reforma de la Administración.

Siendo funcionarios obedientes lo que tendríamos que hacer es utilizar los resortes que nos da la propia administración para dar nuestra opinión sobre lo que debería pasar por las TICs. Dependiendo de nuestra ubicación en la cadena de mando de la administración, esos comentarios o ideas podrán llegar quizá hasta algún despacho enmoquetado. Pero ... el éxito de la empresa se antoja complicado si se sigue esa estrategia.

Por ello, desde aquí proclamo que los trabajadores TICs y responsables TICs que verdaderamente están por avanzar en la línea de otra gestión de las TICs más eficaz, eficiente, útil y trasformadoras (ya sabéis aquello del CIOAGE, ...) tienen que tomar acciones consecuentes con las responsabilidad de su cargo.

Si se me permite un lenguaje algo subido de tono, la clave está en diferenciar claramente legalidad y legitimidad. Los que dirigen actualmente las AAPP tienen la legalidad de su parte, pero no la  legitimidad, en tanto en cuanto no se ocupan de solucionar los verdaderos problemas relacionados con las TICs. Por tanto, el derecho y el deber de resistencia frente a esa dejación de funciones es obligada por nuestro mandato como funcionarios públicos. La responsabilidad se defiende ejerciéndola. La unidad y la convergencia al servicio de la acción consciente organizada es imprescindible. 

Tras la arenga: ¿y? Pues que si nos dedicamos a esperar que alguien se de cuenta la sin razón de las TICs en la AGE y que se establezca una estructura y competencias de acuerdo a la filosofía del CIOAGE, podemos esperar sentados. Mientras, se pueden construir puentes de forma que poco a poco vayamos tejiendo una red en la que esa estructura pueda asentarse una vez se defina. Y si no se crea, al menos se habrán establecido políticas de cooperación y compartición de recursos que irán en la línea de romper con los silos TICs independientes actuales.

No creo que en grandes subdirecciones TICs no pueden "prestar" servicios a otros organismos más modestos y con escaso presupuesto. Y no solo me refiero a servicios tangibles (correo electrónico, la plataforma para poner en marcha un portal web, ese almacenamiento secundario, esa librería de cintas, ...). También estoy pensando en servicios de auditoria -de seguridad, de interoperabilidad, ..-, de ingeniería para resolver un problema concreto, .. ¿Tan difícil sería prestar esos servicios de carácter puramente intelectual -ya sea con personal interno o externo-? La sola posibilidad de que los técnicos cooperásemos resultaría ya de por sí una forma de viajar hacia la uniformidad de los servicios, de construir sistemas parecidos que facilitasen la construcción de unas TICs uniformes en la base.

¿Y tú?, ¿en qué lado estás? ¿En la de los burócratas que esperan órdenes para actuar, ciñéndose al BOE (eso si, cuando interesa)?, ¿o en la de aquellos que piensan que su responsabilidad como funcionarios exige dar un paso adelante y construir lo que la sociedad demandaría si lo supiera?

Pues lo dicho: debes elegir. Y si puedes, mirarte al espejo todas las mañanas.

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