jueves, 13 de agosto de 2015

100 días de gobierno: tres medidas indispensables


La sociedad española está siendo afectada por dos fenómenos cuya incidencia va a provocar de forma casi segura unos cambios tan profundos que difícilmente no provocarán un terremoto que nos llevarán a un nuevo estadio.

Por un lado tenemos la revolución TI, con afectación mundial, y que tiene incidencias en todos los ámbitos sociales, económicos, familiares, educativos, sanitarios, ...

Por otro lado, y ya en el ámbito local, estamos en una etapa de fin de régimen, donde la reencarnación de la restauración ha tocado su fin, y donde nuevos actores surgidos, unos del colectivo popular antes de que los cantos del 15-M se perdieran en el aire sin sustanciarse en un actor político, y otros, como maniobra orquestada de regeneración política dirigidos por aquellos centros de poder no elegidos mediante mecanismos de votación popular y que se resisten a no controlar cualquier mecanismo de ejercicio de poder, aunque estos cada día tengan menos menos relevancia, reclaman su participación en el juego político.

La certeza es que este país tiene ante si un reto mayúsculo, esta vez si que definitivo. De las anteriores revoluciones industriales estuvimos ausentes, pero fuimos capaces de reengancharnos gracias a que todavía existía un Telón de Acero que obligaba a establecer un contrato de cooperación entre capital y trabajadores como forma de contentar las aspiraciones de las clases populares. Así, España pudo entrar en la antigua Comunidad Económica Europea, recibiendo auténticas transfusiones monetarias para activar nuestra deteriorada y antigua economía e industria (también tuvimos que pagar alguna que otra compensación, pero queda fuera del objetivo de lo que quiero hablar).



Una vez la supuesta amenaza de otro orden mundial cayó culpa de sus profundos errores teóricos y prácticos, la financiarización de la economía, la revolución tecnológica y la globalización de los mercados han demostrado que muchos países, o mejor, algunos colectivos de varios países, pueden subsistir sin necesidad de que el resto de la población mundial pueda imaginar alcanzar algunas de sus cotas de desarrollo humano. Así, en estos momentos se está jugando una partida en el que, salvo catástrofe humanitaria en forma de conflicto armado, se definirán quienes podrán gozar de las ventajas que el desarrollo humano ha logrado y logrará, y quienes se tendrán que conformar con subsistir sin visos de movilidad social y con verdaderas carencias en lo que al respeto de los derechos humanos se refiere.

Desde mi punto de vista, aquellos que detentan los verdaderos mecanismos de poder han decidido que España no cuenta en este nuevo orden mundial y se puede prescindir de ella. Somos, a sus ojos, un país de sol, playa y camareros, y bajo esa óptica se están llevando a cabo dos proyectos paralelos. Por un lado, el desmontaje del escaso estado del bienestar del que nos habíamos dotado (sin industria, sin trabajo de calidad, no hay dinero para mantenerlo) y por otra descapitalización del conocimiento, obligando a nuestros licenciados cuyas formaciones hemos pagado entre todos, entregar lo mejor de sí mismos a otras economías (la emigración forzada vendida como búsqueda de oportunidades y ampliación de horizontes vitales).

Pues bien, yo creo que todavía tenemos una oportunidad. Es complejo vencer a estos gigantes, (algunos me dirán que son molinos y que demasiados libros de caballería he leído, de esos que hablan de clases sociales, de plusvalía, de dignidad humana, ...) pero, como se dice en las técnicas modernas de planificación, tenemos una ventana de oportunidad.

A la vuelta de la esquina tenemos unas elecciones generales y el nuevo gobierno que salga de las urnas tiene la obligación de acometer tres proyectos en los primeros 100 días de gobierno. Esos tres proyectos son los que decidirán nuestro futuro como país. Reconozco que como país tenemos grandes y graves problemas (la educación, la justicia, la corrupción, ...), y que es imposible acotarlos en tres iniciativas, pero esos problemas tienen soluciones que se dilatan en el tiempo y que la propia inercia del sistema impide o dificulta su cambio y que además permite a las fuerzas reaccionarias actuar para impedir su desarrollo en beneficio del conjunto de la sociedad.

Por ello es necesario un plan de acción que pueda ser ejecutado en los primeros 100 días de gobierno, que proporcione resultados beneficiosos de forma casi inmediata, impidiendo que puedan ser boicoteados, y además, generando la conciencia colectiva de que se está construyendo un futuro mejor, implicando a toda la sociedad en la construcción de un plan conjunto.

Autosuficiencia energética

A través de la producción descentralizada de energía eléctrica con paneles solares fotovoltaicos distribuidos por todos los tejados y terrenos baldíos de la geografía española. La tecnología ya ha demostrado la capacidad de generar energía de este modo y a precios asequibles. Además, existe el conocimiento para soportar una red con fuentes de energía de producción variable con existencia de mecanismos de generación de respaldo más convencionales.

El aumento de la productividad al contar con energía casi a coste cero, lo que puede supone el desarrollo de una industria de gran consumo de mano de obra en un país asolado por el paro (instalar paneles solares parece difícilmente robotizable), la conciencia de que todos contribuimos a la construcción de este país (los paneles de la "holgazana Andalucía" proporcionan energía a los emprendedores catalanes) y la independencia en términos internacionales que proporcionaría de forma que nuestras decisiones macroeconómicas no pudieran ser chantajeadas por los carteles energéticos-petrolíferos internacionales, nos harían poder plantearnos otros retos político-económicos con mayor tranquilidad.

Por cierto, para su instalación, adquisición y mantenimientos, nada de acudir a préstamos bancarios, que ya hemos sufrido lo que significa ser "too big to fail". Utilicemos nuestros recursos, apostemos por este país con nuestro dinero.

NOTA para el lector: resaltar que no he comentado nada en relación al cambio climático y al compromiso moral que tenemos de dejar el mundo tal y como lo conocimos a las generaciones futuras.


Eliminación del cash

Y hablando de dinero. No hay día que no salga la noticia que en los países nórdicos se están planteando, o directamente están implantando medidas en relación a, la eliminación del cash. El dinero en metálico es caro, sucio, trae problemas sociales (robos) y además facilita el fraude, detrayendo recursos económicos que debían emplearse en el beneficio de todos.

Establecer un plan en el que de forma inmediata se prohíba pagar con cash importes superiores de más de 20 € con el objetivo de que en menos de un año incluso eso no sea posible, compaginándolo con medidas de control de capitales en nuestras fronteras para evitar la evasión del cash existente, medidas de establecimiento/supresión de tasas por uso de dinero electrónico por parte de las entidades bancarias o incluso el establecimiento de un banco público con el único objeto de facilitar los epagos, además de un plan de inmersión digital para los que pueden tener más dificultades no parecen retos complejos de abordar.


La nueva economía

Uber, Airnb, Tesla, robotizacion de industrias, impresoras 3D, mooc, big data aplicado a las políticas públicas, ... Todo está cambiando a tal velocidad que es necesario pensar en términos de TI. No es que las TI sean el fin, es que son casi el único instrumento. Ya no estamos hablando de procesos de adopción de la economía digital, ni de procesos de digitalización de las organizaciones, incluyendo las AAPP. Para eso ya llegamos tarde. Si no están hechos esos procesos, deberías haber empezado ayer. Estamos hablando de que la agenda de las políticas públicas debe estar guiada por la influencia de las TI. Se acabó eso de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno. Es necesario la Oficina TIC de la Presidencia del Gobierno. Luchar por esos 100 M€ anuales que tiene Alphabet para invertir en Europa, luchar porque sea una ciudad española la primera en tener taxis conducidos autónomamente, luchar porque nuestras escuelas y universidades sean las primeras en la inclusión de las TI en los curriculum educativos, luchar porque las primeras carreteras inteligentes se construyan es España, luchar por convertir a España en el primer país con agricultura robotizada, luchar por instaurar mecanismos de participación ciudadana que permitan la elaboración y evaluación colectiva de las políticas públicas (¿cuando abriremos Cl@ve para su uso en aplicaciones ajenas a las AAPP?), ...


¿Tendrá el valor el siguiente gobierno de implantar estas tres medidas? Aquel que lo prometa, ya tiene un voto.


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